El autor relata –con un estilo muy personal– su infancia y juventud, sus viajes, sus padecimientos y sus amores. Desde niño debe
enfrentarse a una sociedad sin preparación para aceptar las diferencias, vivió momentos de discriminación, desolación, incomprensión, solo por el hecho de haber perdido la vista al poco tiempo de nacer. El cerezo de su patio es un árbol especial, Raúl descansa bajo su sombra, su único refugio que le permite sentir paz y esperanza. En Valdivia estudia en la Escuela Normal Camilo Henríquez y luego trabajó en escuelas de La Unión y Valdivia, y en 1971 fue director de la Escuela de Ciegos de Valparaíso. En 1986 emigra con su familia a Trelew, Argentina. En 1992 se radica en Valdivia con su familia, y a partir de 1995 comienza a tocar su acordeón en la calle Ramón Picarte y Camilo Henríquez, en Valdivia. En 2011 es nombrado «Patrimonio Viviente» por la Universidad Austral de Chile y, en 2012, el Consejo Regional de la Región de Los Ríos lo distinguió con la medalla «Superación Personal». Según las palabras de Raúl: «Espero que este libro sirva para que las personas con capacidades diferentes sean incluidas en la sociedad chilena y vivan libres de discriminaciones».